Por: Diógenes Armando
Pino Ávila
Ahora que Petro ha vuelto a la
Alcaldía Mayor de Bogotá, se me antoja mirar ese caso con el deleite con que
leo la mitología griega, y comparar a Petro con Poseidón el dios del mar (del
mar, porque del mal es otro que ahora tiene credencial de senador), sí, se me
antoja ver a Petro como Poseidón y pienso que el origen de sus problemas ocurre
cuando sedujo y violó a Medusa ―a la que Píndaro dedico una de sus odas
memorable, esa a la que la diosa Atenea en un rapto de celo le transformó sus
cabellos en serpientes―
Petro llega a la alcaldía de Bogotá
y pone sus ojos en el negocio de las basuras, negocio de rentabilidades
desmesuradas que los ricos de la capital, junto con las mafias políticas
usufructúan. Petro fascinado por esta rentabilidad del negocio y preso de su
sentido de justicia y equidad, resuelve tomar las basuras para hacerla el
negocio de la ciudad y de los pobres recicladores, vale la pena decir, que la
Corte Constitucional había fallado, con obligatorio cumplimiento para la
alcaldía de la capital, que los recicladores hicieran parte del negocio, es
decir que se les retribuyera económicamente por su labor.