Por: Diógenes Armando Pino Ávila
“1 Puesto que muchos han
intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros,
2 tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares
y servidores de la Palabra, 3 he decidido yo también, después de haber
investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden,
ilustre Teófilo, 4 para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has
recibido”. Lucas 1: 1-4
Así comienzan los Evangelios
según San Lucas, contando el caso del anciano sacerdote Zacarías y la anciana
Isabel que además era estéril, hasta que se apareció El Ángel del Señor
(Gabriel) y le anunció el milagro de la fecundidad de su esposa y como Zacarías
lo puso en duda, le privó del don del habla hasta el nacimiento de su hijo. Ese
hijo tardío recibió por nombre Juan.
Seis meses después, cuenta Lucas,
en una ciudad de Galilea llamada Nazaret donde vivía un carpintero anciano con
una joven doncella llamada María, se presentó de nuevo El ángel Gabriel, para
hacer un anuncio espectacular, le anunció a la joven que iba a ser madre, ella
también lo puso en duda, era virgen, su anciano esposo no había tenido
relaciones carnales con ella.
Estos extraordinarios embarazos,
marcarán por siempre un hito en la historia de la cristiandad, ya que de Isabel
nace San Juan Bautista, también llamado profeta del Altísimo, el que se destacó
por sus prédicas y bautizos de conversión. El otro embarazo el de María es aún
más asombroso ya que es la concepción del Hijo de Dios.
Del parto de Isabel no encuentro
mayor registro, pero del de María, Lucas cuenta que estando de emperador Cesar
Augusto ordena por edicto un censo, según el cual, las personas debían empadronarse
en su ciudad de origen, por lo tanto el viejo carpintero y su joven esposa
debieron emprender viaje desde Nazaret en Galilea hasta la ciudad de David en Judea, más concretamente a la
ciudad de Belén.
La ciudad está repleta de
visitantes que buscan registrarse en el censo decretado por Cesar Augusto, por
tanto, no encuentran posada donde quedarse y se ven obligados a cobijarse en
las afueras de la ciudad en una pesebrera. En ese humilde lugar se le presenta
el parto a María y se da comienzo a la
historias maravillosa más contada y celebrada en el mundo católico,
conocida como La Navidad o natalicio de Jesús.
Para nosotros, los nacidos en
estos pueblos de Dios, poder entender las angustias de María y del anciano
carpintero es necesario contextualizar la anécdota histórica y situarla en
cualquier pueblo del departamento del Cesar, veamos:
José y María salen muy temprano
de su casa en la vereda Último Caso, María viaja en burro y José con sus pasos
cansados por la edad hala al asno por la embarrialada senda que conduce a
orillas del río Grande de La Magdalena, en un pequeño puerto de ganado,
escondido entre el resbaladizo barranco cubierto de gramalote, la baja
delicadamente y le sube a una pequeña canoa y comienzan la peligrosa travesía
del río, para desembarcar en el corregimiento de Puerto Bocas donde toman un
mototaxi que veloz y haciendo maniobras peligrosas la llevan a Tamalameque.
Por ser época decembrina los dos
hospedajes no tienen cupo y en las casas de familia no encuentran la
hospitalidad, ya que los familiares que viven fuera, como siempre, llegaron
este diciembre a hacer gala de sus progresos económicos y a pavonearse en sus
lujosos carros de alta gama, a emborracharse y hacer sentir la prevalencia de
sus fortunas ante la cohorte de adulones y gotereros que les rodean, mientras critican
al que critica la mala administración municipal que padecemos, pues esos
prohombres aportaron parte los dineros y favores para elegir al mandatario de
turno. Esta circunstancia obliga a la pareja a refugiarse en una pequeña parcela
agrícola en las afueras del pueblo, donde un familiar les permitió dormir en un
pequeño galpón donde duermen sus animales de corral. Para agravar las
circunstancias del mosquito feroz que les ataca, a María se le presentan los
dolores del parto, presurosos salen para el hospital local donde la enfermera
del turno de la noche les recibe y amablemente le toma los signos vitales y les
requiere el carnet de la EPS para poder seguir con el procedimiento, El anciano
José se registra con angustia los bolsillos de su raída túnica y no encuentra
la cartera donde debería tener sus documentos de identidad y los de María. Lo
sentimos mucho, dice la enfermera, pero no podemos atenderla ya que no hay
quien asuma los costos del parto.
El que va a nacer, que no es ningún
pitado en la pared, se molesta y hace uso de su poder infinito y acelera las
contracciones de María, que se queja desesperada, ese niño por nacer toca el
corazón de la enfermera que se conduele de la parturienta y corre desesperada a
llamar al médico rural que está de turno, el que soñoliento llega y comienza a
atender a la madre del Hijo de Dios, mientras llena una cantidad de formatos
hospitalarios y hace preguntas sobre el embarazo, se entera que la madre no ha
tenido controles de embarazo y que por la edad de la joven el parto es de alto
riesgo y él no se siente con la suficiente experiencia para atenderlo, además,
está solo en el hospital, es Noche Buena, hay mucha gente borracha en el pueblo
y no demoran en comenzar las riñas y accidentes. El médico toma la decisión de
remitirla para Aguachica.
La ambulancia parte rauda con el
ulular de su sirena y las luces destellantes de prevención, al llegar al peaje
de La población de El Burro encuentran un trancón de padre y señor mío, por el
peaje que queda a escasos kilómetros, El Hijo de Dios de nuevo tiene que hacer
uso de sus poderes para dar tránsito fluido y acabar con el trancón y llegar al
hospital regional de Aguachica, donde por fin nace el niño Dios.
Si por desgracia el caso lo
situara en Bogotá, me imagino el paseo de la muerte de clínica en clínica hasta
encontrar cupo por urgencias en un pasillo atestado de borrachos y quemados por
pólvora en el sur de la capital. De aquí en adelante es otra historia, donde
aparece un tal Herodes jefe del Uribe Centro Democrático y otros personajes de
los que después les contaré.
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