Tres jóvenes estudiantes de
derecho de la Universidad UNICIENCIAS Extensión Bucaramanga: Diógenes Armando
Pino Sanjur de Tamalameque, Eguis Palma de Pelaya y Edelmira Martínez de
Barboza demandaron por inconstitucional el Literal c del artículo 3 de
la Ley 739 de 2002, más conocida como Ley Consuelo.
El literal demandado
reza: c) El Ministerio de Educación Nacional creará la cátedra Valores y
Talentos Vallenatos "Consuelo Araujonoquera", de obligatorio
cumplimiento en los colegios públicos y privados del departamento del Cesar, a
nivel de la Educación Básica Primaria.
Si bien la norma en general tiene
un espíritu sano, es cierto también que en el literal de marras, por llamarlo
de alguna manera, hay una argucia pueblerina de estrechez cultural, rayana en
la agresión que superpone a la cultura vallenata por encima de las
demás culturas existentes en el departamento del Cesar.
Se les olvidó, o no conocían, los
impulsores de dicha norma, que el departamento del Cesar es pluriétnico
y pluricultural y que en nuestra geografía coexisten: “La cultura
vallenata” que practican algunos pueblos del norte del departamento con raíces
familiares y culturales con los pueblos de la Guajira y que a alguno le dio por
llamar “País vallenato” y que su máxima expresión es “la música de acordeón”.
A estos “padres de la patria” y a
los impulsores de esta norma se les olvidó, o desconocían, que existe un sector
de cesarences que tienen la cultura del río y de la ciénaga de La Zapatosa:
Municipios de Gamarra, La Gloria, Tamalameque, Chiriguaná, Chimichagua, El Paso
y algunos corregimientos de La Jagua, Curumaní, Pailitas, Pelaya, etc. Y que su
máxima expresión cultural es “La tambora”.
A estos señores se les olvidó, o
no conocían, que en el Cesar hay asentamientos de santandereanos de los
dos santanderes que tienen su propia cultura: Aguachica, Curumaní,
Pailitas, Pelaya, San Alberto, San Martín, Río de Oro, Gonzales y, muy pegadito
a Valledupar, San José de Oriente y otros pequeños poblados que tienen como
referente cultural a La Virgen del Carmen y su música de cuerdas.
Se les olvidó, o no conocían,
que en el Cesar hay un fuerte componente indígena enclavado en la
Sierra Nevada: Arhuacos, Koguis, Kankuamos, Wiwa entre otros y los Yukpas
en la serranía del Perijá y que cada uno de ellos tiene su propia cultura.
En el departamento del Cesar,
desde su creación, se ha dado desde la capital, una tendencia,
“vallenatocentrica” que siempre ha pretendido desconocer las otras expresiones
culturales existentes para imponer, así por las malas, la cultura vallenata
como “la única” cultura válida del departamento.
Viene al caso observar por
contraposición el caso de Barranquilla, que acoge y le da hospitalidad a las
culturas de la Región Caribe, impulsándolas y dándolas a conocer al mundo a
través de los carnavales, sus emisoras, periódicos, canales de televisión,
universidades, libros, revistas y todo tipo de publicaciones. En cambio en el
Cesar se da la negación de las demás culturas del departamento a través de los
medios que Barranquilla utiliza para promocionarlos.
Barranquilla pudo tener “El Museo
de Barranquilla” o del carnaval, pero con una visión amplia, abierta, de
futuro, inteligente, prefirieron tener “El museo del Caribe” y en él muestran
la grandeza cultural de toda la región.
En Valledupar, en cambio, se
pretende copiar la idea pero prima la estrechez y la negación de las demás
culturas que coexisten en el departamento, por ello planean hacer “El
museo de música vallenata” con el marcado “vallenatocentrismo” que convierte a
Valledupar y su dirigencia en “solipsistas” y retrógrados que no se dan
cuenta que, hoy día, los pueblos y razas, preocupados por los agigantados pasos
de la globalización, impulsan la identidad de los pueblos y emprenden una
avanzada al rescate de la oralidad, las tradiciones, las expresiones
culturales, la historia local y demás códigos que les hacen diferentes de otras
culturas, para no morir, para no dejar de existir como pueblos.
Además de estas consideraciones
humanistas, sociológicas, estéticas y de tradición es bueno que se conozca que
normas violaba y seguirá violando el artículo 3 literal c) de la Ley Consuelo:
- Constitución Política
Colombiana: Art. 2, 7, 8, 13, 70,
- La Declaración Universal
de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural. Adoptado por la Conferencia General
de la UNESCO el 2 de noviembre de 2001. Esta Declaración fue seguida por la
Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones
Culturales de la UNESCO que fue adoptada el 20 de octubre 2005.
- Ley 397 de agosto 7 de
1997: Artículo 5. y 6.
- Ley 1115 de marzo 12 de
2008 : Art 1, 4, 8
- Ley 397 de 1997,
“Artículo 11-1. 1, 2, 3, 4
Conclusión: No obstante las
normas citadas, la Constitución, el bloque de constitucionalidad estipulado en
las normas internacionales y los convenios y tratados suscritos por Colombia,
al parecer, la dirigencia vallenata, el gobierno nacional, departamental y la
misma Corte Constitucional se hacen de la vista gorda ante la problemática
expuesta.
La Corte Constitucional según
sentencia C 054/13 declara inexequible la expresión “de obligatorio
cumplimiento” dejando abierto el camino para que el colegio y los padres de
familia tomen decisión sobre el particular y de seguro, “el colegio,” sus
directivos, escogerán la cátedra de talento vallenato haciéndola obligatoria en
la practica, en detrimento de las culturas vernáculas.
Lo más doloroso, es que no habrá
defensores de lo propio ya que personas que se dicen “trabajadores de la
cultura”, “gestores culturales” de los diferentes pueblos afectados, creen que
el vallenato es su cultura y propician festivales vallenatos en sus pueblos y
les enseñan a las nuevas generaciones que esa es “su cultura” sin importar que
están lapidando su propia cultura y su propia identidad.
Al final terminaremos en Río de oro
hablando de la sirena de Hurtado y no de “la matanza del tigre”, en Aguachica
comiendo iguana como el vallenato y dejarían de ser “Los Morrocoyeros”, en
Tamalameque contando las historias de Nano La Cruz y no la leyenda de La
Llorona Loca, en Chimichagua cantando “El 049” y no “La piragua de Benito
Barros”, en Chiriguaná se bailaría el pilón vallenato y desaparecería La Santa
y Sucia. ¿Y qué pasaría en Curumaní con Las cumaná?
Se podría seguir enumerando el
folcloricidio perpetrado desde la capital del Cesar sobre las demás
manifestaciones culturales del departamento. Perderíamos la identidad como
pueblos y haríamos parte de esa masa informe de pueblos tragados por una
cultura dominante que arrasa y avasalla lo diferente, haciendo creer que esa es
la cultura de todos los cesarences, en aras de mantener una hegemonía que renta
luengos dividendos económicos a un grupo en particular.
Es hora de que en el departamento
de El Cesar tomemos conciencia del valor de la pluriculturidad y que ésta, en
vez de ser un problema, se r5econozca como una fortaleza y una riqueza y por
tanto, debemos respetar, apoyar, investigar, documentar y difundir, para que El
Cesar ocupe el lugar que le corresponde en la escala cultural de Colombia.
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