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Aquí publicamos los artículos de prensa, columna, crónicas, reflexiones, ensayos y demás de la producción textual de Diógenes Armando Pino Ávila.

sábado, 28 de diciembre de 2013

Magia política en la provincia

Por: Diógenes Armando Pino Ávila
Ha iniciado la campaña política colombiana, ya las encuestas empezaron a inundar los medios masivos de comunicación, ya la Tv y la prensa escrita entrevistan a los candidatos y a los políticos, ya la grey comienza a moverse hacia el lado del corral electoral que le ha impresionado, buscando el hierro candente que le pondrá la marquilla política identificadora de esta campaña electorera.

En los bares y cantinas, entre vallenatos, tragos y billares comienza a caldearse el ambiente electoral, el borracho toma ánimos y esboza ideas sesudas que le han escuchado a sus candidatos, las que son rebatidas con mucho ardor por otros borrachos que repiten los argumentos, oídos también, a sus candidatos, ya los cantineros son mediadores expertos para zanjar estas discusiones, (suben el volumen del equipo de sonido o cobran la cuenta) procurando siempre ser imparciales, para no perder clientela, (en eso son expertos).

Esta es la época en que da gusto ir a peluquearse, pues en la provincia, nuestros peluqueros son expertos en la cábala política y en las artes adivinatorias de resultados, ellos mantienen en su cabeza, (no conozco el truco mnemotécnico), los resultados, por lo menos, de las cuatro últimas elecciones y con una asombrosa facilidad y experticia hacen mentalmente cuadros comparativos que demuestran por qué el candidato de sus preferencias va a ganar en estas elecciones, es más, formulan aventuradas hipótesis, y cual magos avezados, dan posibles coaliciones en donde siempre se suma una franja electoral a su candidato, restándole al aspirante contrario. Cuentan como primicia que fulano de tal se volteó hacia otro movimiento, dando la cifra exacta en que se tasó la voltereta (siempre aciertan en el valor de transacción).

Llegar a la plaza principal, acercarse a la tertulia de paisanos es un placer, pues en esta se escuchan conversaciones, a veces discusiones subidas de tono, entre el vendedor de tintos y los mototaxistas, entre los loteros y los lustrabotas,  entre el que arregla relojes y el que vende minutos y otros oficios comunes en nuestra provincia en un todos contra todos, en que se debate la situación socioeconómica del país. Aquí se escuchan las más osadas propuestas reformistas de todos los órdenes, donde el pueblo raso da su opinión del por qué las cosas marchan tan mal y quienes son los verdaderos culpables de este desmadre de la nación. La plaza de provincia, es por decirlo así, el reverbero donde se cuece, a la manera del pueblo, la verdad no revelada por los medios masivos de comunicación. En la plaza de provincia se debate la conveniencia o no de que tales o cuales candidatos lleguen a ganar las elecciones. Allí todos toman partido y fundamentan su opinión.

Los políticos saben esto, por eso no asisten a la plaza, argumentan mucho trabajo para holgazanear; se motilan en peluquerías no tradicionales, temiéndole a la lengua de látigo del peluquero tradicional. No van a las cantinas de los pueblos, en primer lugar por tacañería (no quieren que los gotereros locales beban a su costa), también temen que algún borrachito le cante sus verdades.
Titiriteros consumados, mueven tras bambalinas a su antojo los hilos de la opinión popular, acomodando las circunstancias y resultados en favor de su mezquina causa que para nada tiene en cuenta al pueblo en general. Con su magia de postín, los políticos, sacan del cubilete el conejo del engaño y con un conjuro discursivo por aquí, un nombramiento por allá, un dinerito más allá, un compadrito allí, unos abracitos hipócritas por ahí y no sé qué otros secretos y patrañas acá, logran cambiar el pensamiento de los resentidos y escépticos y al final toda esa parafernalia pueblerina vuelve y se encauza en el río de la tradición y el pueblo termina votando por los mismos con las mismas.
¡Por eso estamos como estamos¡

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