Por: Diógenes Armando Pino Ávila
Este país del sagrado corazón
está desquiciado, si miramos la pirámide social notamos sin mayor esfuerzo el
desbarajuste que hay en la parte de arriba, parece como si un maremágnum de
locura, de egoísmo y de barbarie hubiera llegado y con la fuerza desatada de un
tsunami afectara el juicio de quienes gobiernan y de quienes gobernaron. A
nivel de la cúspide se casan las más disimiles peleas, por ejemplo: La
Contralora General de la Nación, doctora Sandra Morelli Rico, con su pelo
desgreñado y sus brillantes ojos de esquizofrénica festiva, emprende una serie
de denuncias contra la augusta calva lucia del Fiscal General de la Nación, doctor Luis
Eduardo Montealegre, y lo denuncia ante la Cámara de Representantes por el
supuesto cobro de honorarios a una EPS estando ya ejerciendo como Fiscal.
Simón Gaviria, senador delfín,
con problemas de hábito lector (no lee los orangutanes que se introducen al
Congreso), en una crisis repentina emprende una dura batalla en contra de
Vargas Lleras, celoso porque el presidente Santos mira con buenos ojos al
exministro. Últimamente la ex fiscal Vivian Morales, esposa del exguerrillero
Carlos Alonso Lucio, casa pelea contra Serpa por la cabeza de lista al senado
del partido liberal. Pachito Santos, envalentonado por el acompañamiento de
gavilla que le hacía Uribe, la emprendía contra el presidente Santos, su primo
hermano, acusándolo de no sé qué cuantas cosas, todas malas y catastróficas,
que de haber tenido la fortuna de estar a perpetuidad Uribe de presidente y él
de vicepresidente hubieran corregido y el país no estuviera como está
(afortunadamente no ocurrió esa catástrofe).
Alejandro Ordóñez, Procurador
General de la Nación, es un caso aparte, este lefebrista, ultra godo y ultra
derechista, encargado de disciplinar a los servidores públicos de nuestra
nación, ha tratado de imponer una férula inquisitorial para repartir mamporros
en contra de todo lo que no sea uribista o que vaya en contravía del
pensamiento lefebrista. El tipo trata de pontificar sobre lo divino y lo humano,
sancionando a sus contradictores, como en el caso de la exsenadora Piedad
Córdoba a quien inhabilitó prácticamente de por vida para ejercer cargos de
elección popular, quitándose una piedra que le molestaba en el zapato de él y
del botín con que Uribe monta sus pasos finos en su finca de terror “El
Ubérrimo”.
Este godo ultramontano al que los
columnistas de la prensa nacional llaman monseñor Ordóñez enciende su barbacoa,
y prepara sus aderezos para deglutir un bocado de izquierda, se le salen las
babas de las ganas de almorzarse al alcalde de Bogotá Gustavo Petro, por el
delito imperdonable de haber destapado la olla podrida de los Nule y haber
terminado el negocio que un sector de “la elite bogotana” tenía con la
recolección de la basura de Bogotá.
Este troglodita de la
procuraduría inspirado en sus dogmas religiosos, arremete contra la comunidad
LGBTI, contra la legalización del aborto, contra el matrimonio entre parejas
del mismo sexo y lo hace con una furia homofóbica propia de quien no ha salido
del closets. El procurador arremete contra las altas Cortes cuestionando sus
fallos y tratando de imponer sus criterios, unos criterios fundamentalistas
salidos de su creencia religiosa personal y no de los códigos y el derecho.
Últimamente está entretenido, como niño con juguete nuevo, tratando de
desbaratar el proceso de paz. Todos los días arremete por si esto, por si
aquello contra las conversaciones de paz que se desarrollan en la Habana.
Tenemos otro actor armado de
odio, este es el expresidente Álvaro Uribe Vélez, que desde su twitter dispara
como francotirador mercenario en contra del proceso de paz. Este guerrerista
consumado que dijo en su gobierno que había acabado con las guerrillas colombianas
y que por tanto ya el pueblo podía andar con libertad en las carreteras y que
todo el mundo podía, ahora sí, llegar a sus fincas, como si el pueblo
trabajador pudiera turistear por las carreteras colombianas o cómo si el pueblo
trabajador tuviera fincas. Ahora que no está en el poder y olvidando lo que
decía desde su presidencia, parece haber despertado de su onírica aventura de
emperador latinoamericano y descubre una realidad que le golpea su lógica.
Descubre que la guerrilla de la FARC está vivita y atentando, que no pudo
acabarla. En este despertar desencantado se desgañita en la Tv atacando el
proceso de paz y atacando a su heredero en el poder. Todo, absolutamente todo,
está mal hecho por el presidente Santos, pues este, según él, es un traidor que
cortó los hilos de marioneta con que el pretendía seguir gobernando en cuerpo
ajeno.
Por supuesto el presidente Santos
entra en la garrotera y después de haber resistido por un largo tiempo a la
tentación de responderle a Uribe, se llena de soberbia y con razón, piedra en
mano devuelve pedrada tras pedrada, saliendo a la defensa de las conversaciones
de paz que se da en La Habana y de la gestión que hace su gobierno.
En esta pelea entre el presidente
Santos y el expresidente Uribe, sale a la luz pública un supuesto atentado
contra Uribe, el que a la postre resultó ser un “falso positivo” al que El
Uribe Centro Democrático pensó sacarle dividendos electorales, y que los
columnistas de la prensa nacional desvirtuaron, lo que obligó al gobierno a
salir a aclarar que esos planes de la guerrilla eran desde la época en la cual
Uribe todavía estaba en el poder. ¿Quién carneó sacar a la luz pública esta
versión? ¿El uribismo? ¿El gobierno? Todo apunta a que el uribismo en una
jugada maestra trató de subirle el rating al expresidente ya que las encuestas
lo daban por debajo de Santos.
Dos días después como respuesta,
Santos, que no es precisamente tal, o alguien del gobierno saca a la luz
pública el esquema de seguridad de Uribe y los altos costos que pagamos los colombianos
por dicho esquema, más de $ 18.131 millones, discriminados de la siguiente
manera: $ 10.299 millones corresponden a los gastos de la Policía; $ 5048
millones, a la Unidad Nacional de Protección y $ 2784 millones, al Ejército. En
los últimos tres años, la protección del exmandatario le ha costado al Estado $
54.393 millones, un costo promedio al mes de $ 1551 millones. (Fuente: http://www.cmi.com.co/?n=217737)
De otro lado Oscar Ivan Zuluaga,
candidato del Uribe Centro Democrático, como muñeco de ventriloquia repite el
discurso de odio visceral de Uribe en contra de la paz, lo mismo hace Carlos
Holmes Trujillo, mientras que Pachito Santos que era la caja de resonancias del
pensamiento uribista, por estos días guarda un silencio gélido, parece que se le
rompieron las membranas de sus parlantes y que hubiera perdido los imanes que
lo aferraban al uribismo y deambula en una nebulosa de confusión, restañando
las heridas que le causó el desamor de Uribe.
Entre tanto, mientras se muestran
las miserias de los que políticamente dirigen a este país, sale el humilde
maestro de escuela a la reunión de padres de familia a hacer una exposición de Bullying
o matoneo, con la esperanza de que estos padres coadyuven la acción preventiva
y correctiva que la institución educativa diseñó para que los alumnos no se
agredan unos a otros. Uno de los padres le
pregunta: ¿Profe, a qué obedece la actitud agresiva y beligerante de los
niños y jóvenes? El humilde maestro solo contesta: ¡Este mal viene desde
arriba!
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