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Aquí publicamos los artículos de prensa, columna, crónicas, reflexiones, ensayos y demás de la producción textual de Diógenes Armando Pino Ávila.

sábado, 28 de diciembre de 2013

El matoneo de los de arriba

Por: Diógenes Armando Pino Ávila
Este país del sagrado corazón está desquiciado, si miramos la pirámide social notamos sin mayor esfuerzo el desbarajuste que hay en la parte de arriba, parece como si un maremágnum de locura, de egoísmo y de barbarie hubiera llegado y con la fuerza desatada de un tsunami afectara el juicio de quienes gobiernan y de quienes gobernaron. A nivel de la cúspide se casan las más disimiles peleas, por ejemplo: La Contralora General de la Nación, doctora Sandra Morelli Rico, con su pelo desgreñado y sus brillantes ojos de esquizofrénica festiva, emprende una serie de denuncias contra la augusta calva lucia  del Fiscal General de la Nación, doctor Luis Eduardo Montealegre, y lo denuncia ante la Cámara de Representantes por el supuesto cobro de honorarios a una EPS estando ya ejerciendo como Fiscal.

Simón Gaviria, senador delfín, con problemas de hábito lector (no lee los orangutanes que se introducen al Congreso), en una crisis repentina emprende una dura batalla en contra de Vargas Lleras, celoso porque el presidente Santos mira con buenos ojos al exministro. Últimamente la ex fiscal Vivian Morales, esposa del exguerrillero Carlos Alonso Lucio, casa pelea contra Serpa por la cabeza de lista al senado del partido liberal. Pachito Santos, envalentonado por el acompañamiento de gavilla que le hacía Uribe, la emprendía contra el presidente Santos, su primo hermano, acusándolo de no sé qué cuantas cosas, todas malas y catastróficas, que de haber tenido la fortuna de estar a perpetuidad Uribe de presidente y él de vicepresidente hubieran corregido y el país no estuviera como está (afortunadamente no ocurrió esa catástrofe).

Alejandro Ordóñez, Procurador General de la Nación, es un caso aparte, este lefebrista, ultra godo y ultra derechista, encargado de disciplinar a los servidores públicos de nuestra nación, ha tratado de imponer una férula inquisitorial para repartir mamporros en contra de todo lo que no sea uribista o que vaya en contravía del pensamiento lefebrista. El tipo trata de pontificar sobre lo divino y lo humano, sancionando a sus contradictores, como en el caso de la exsenadora Piedad Córdoba a quien inhabilitó prácticamente de por vida para ejercer cargos de elección popular, quitándose una piedra que le molestaba en el zapato de él y del botín con que Uribe monta sus pasos finos en su finca de terror “El Ubérrimo”.

Este godo ultramontano al que los columnistas de la prensa nacional llaman monseñor Ordóñez enciende su barbacoa, y prepara sus aderezos para deglutir un bocado de izquierda, se le salen las babas de las ganas de almorzarse al alcalde de Bogotá Gustavo Petro, por el delito imperdonable de haber destapado la olla podrida de los Nule y haber terminado el negocio que un sector de “la elite bogotana” tenía con la recolección de la basura de Bogotá.

Este troglodita de la procuraduría inspirado en sus dogmas religiosos, arremete contra la comunidad LGBTI, contra la legalización del aborto, contra el matrimonio entre parejas del mismo sexo y lo hace con una furia homofóbica propia de quien no ha salido del closets. El procurador arremete contra las altas Cortes cuestionando sus fallos y tratando de imponer sus criterios, unos criterios fundamentalistas salidos de su creencia religiosa personal y no de los códigos y el derecho. Últimamente está entretenido, como niño con juguete nuevo, tratando de desbaratar el proceso de paz. Todos los días arremete por si esto, por si aquello contra las conversaciones de paz que se desarrollan en la Habana.

Tenemos otro actor armado de odio, este es el expresidente Álvaro Uribe Vélez, que desde su twitter dispara como francotirador mercenario en contra del proceso de paz. Este guerrerista consumado que dijo en su gobierno que había acabado con las guerrillas colombianas y que por tanto ya el pueblo podía andar con libertad en las carreteras y que todo el mundo podía, ahora sí, llegar a sus fincas, como si el pueblo trabajador pudiera turistear por las carreteras colombianas o cómo si el pueblo trabajador tuviera fincas. Ahora que no está en el poder y olvidando lo que decía desde su presidencia, parece haber despertado de su onírica aventura de emperador latinoamericano y descubre una realidad que le golpea su lógica. Descubre que la guerrilla de la FARC está vivita y atentando, que no pudo acabarla. En este despertar desencantado se desgañita en la Tv atacando el proceso de paz y atacando a su heredero en el poder. Todo, absolutamente todo, está mal hecho por el presidente Santos, pues este, según él, es un traidor que cortó los hilos de marioneta con que el pretendía seguir gobernando en cuerpo ajeno.

Por supuesto el presidente Santos entra en la garrotera y después de haber resistido por un largo tiempo a la tentación de responderle a Uribe, se llena de soberbia y con razón, piedra en mano devuelve pedrada tras pedrada, saliendo a la defensa de las conversaciones de paz que se da en La Habana y de la gestión que hace su gobierno.
En esta pelea entre el presidente Santos y el expresidente Uribe, sale a la luz pública un supuesto atentado contra Uribe, el que a la postre resultó ser un “falso positivo” al que El Uribe Centro Democrático pensó sacarle dividendos electorales, y que los columnistas de la prensa nacional desvirtuaron, lo que obligó al gobierno a salir a aclarar que esos planes de la guerrilla eran desde la época en la cual Uribe todavía estaba en el poder. ¿Quién carneó sacar a la luz pública esta versión? ¿El uribismo? ¿El gobierno? Todo apunta a que el uribismo en una jugada maestra trató de subirle el rating al expresidente ya que las encuestas lo daban por debajo de  Santos.
Dos días después como respuesta, Santos, que no es precisamente tal, o alguien del gobierno saca a la luz pública el esquema de seguridad de Uribe y los altos costos que pagamos los colombianos por dicho esquema, más de $ 18.131 millones, discriminados de la siguiente manera: $ 10.299 millones corresponden a los gastos de la Policía; $ 5048 millones, a la Unidad Nacional de Protección y $ 2784 millones, al Ejército. En los últimos tres años, la protección del exmandatario le ha costado al Estado $ 54.393 millones, un costo promedio al mes de $ 1551 millones. (Fuente: http://www.cmi.com.co/?n=217737)

De otro lado Oscar Ivan Zuluaga, candidato del Uribe Centro Democrático, como muñeco de ventriloquia repite el discurso de odio visceral de Uribe en contra de la paz, lo mismo hace Carlos Holmes Trujillo, mientras que Pachito Santos que era la caja de resonancias del pensamiento uribista, por estos días guarda un silencio gélido, parece que se le rompieron las membranas de sus parlantes y que hubiera perdido los imanes que lo aferraban al uribismo y deambula en una nebulosa de confusión, restañando las heridas que le causó el desamor de Uribe.

Entre tanto, mientras se muestran las miserias de los que políticamente dirigen a este país, sale el humilde maestro de escuela a la reunión de padres de familia a hacer una exposición de Bullying o matoneo, con la esperanza de que estos padres coadyuven la acción preventiva y correctiva que la institución educativa diseñó para que los alumnos no se agredan unos a otros. Uno de los padres le  pregunta: ¿Profe, a qué obedece la actitud agresiva y beligerante de los niños y jóvenes? El humilde maestro solo contesta: ¡Este mal viene desde arriba!



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